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Mercado de tierras agrícolas y desterritorialización. Una mirada desde los Andes ecuatorianos

Introducción

En las últimas décadas presenciamos una aceleración de la dinámica del mercado de tierras en algunas áreas específicas de la región serrana sur del Ecuador. Si bien el mercado de tierras se consolida en este país luego de la reforma agraria implementada durante las décadas del 60 y el 70, es a partir de los años 90 que se establece una formalización tras la sanción de la Ley de Desarrollo Agrícola, que favoreció la desregulación de la tierra a consecuencia de la vaga gestión pública (Brassel et al., 2008 citado por Reyes-Bueno et al., 2015, p. 2).

Según Noorloos (2013), uno de los elementos novedosos de la compra y venta de tierras consiste en que dichas transacciones no solo se relacionan con la agricultura o producción de alimentos, sino que también se asocian a procesos de urbanización, crecimiento poblacional y turismo residencial. Por este último, se entiende como una actividad económica dedicada hacia la construcción y venta de viviendas, cuyos propietarios las destinan tanto para el ocio como para su residencia temporal (Costa, Armijos y Paladines, 2017:2).

La venta de tierras para el uso residencial, atravesada por un proceso de “extranjerización de la tierra agrícola” (Martínez Valle, 2012, p. 248), se presenta, en gran proporción, en territorios que gozan de especificidades territoriales únicas. Esto, en conjunto con el proceso de la globalización, la adopción de políticas neoliberales y la creciente inversión inmobiliaria-turística, genera transformaciones en las parroquias rurales del sur del Ecuador. Este fenómeno ilustra claramente lo señalado por Azcuy (2014), quien señala que “no existiría el capitalismo (…) sin la efectiva vigencia de un proceso de descampesinización suficiente” e incluso de descomposición rural suficiente (2014, p. 10).

En la provincia de Loja se encuentra ubicada la parroquia rural¹ de Vilcabamba. Sus recursos naturales generan una alta demanda turística de ciudadanos nacionales y extranjeros y una aceleración del mercado de tierras. Como consecuencia de esto, la tierra agrícola diversifica su uso, y es destinada a la construcción de zonas residenciales, lo que ocasiona serias consecuencias en los ámbitos económicos, culturales, sociales y ambientales (Reyes-Bueno et al., 2015; Kordel y Pohle, 2016).

En la presente investigación se propone hacer un análisis de esta problemática a partir de la utilización del concepto de la desterritorialización, que remite a una noción “que analiza integralmente la descomposición del mundo rural contemporáneo” (Martínez Godoy, 2020), aludiendo a la pérdida de autonomía por parte de los actores locales para decidir sobre la gestión socioeconómica de su territorio y la conservación de su identidad (Entrena Durán, 2009, p. 4).

Si tomamos como base el caso de estudio de la parroquia de Vilcabamba, el artículo plantea demostrar cómo la generalización de prácticas tendientes hacia la mercantilización de la tierra genera distintos efectos característicos de un proceso de desterritorialización. Para ello, se adopta la noción del territorio como un enfoque lógico que nos permite explicar nuevas correlaciones de fuerza al origen sobre las transformaciones territoriales.

Este trabajo se basa en una recolección y sistematización de datos sobre la parroquia de Vilcabamba realizada entre los años 2019 y 2020. La unidad de análisis de la presente investigación son los jefes de las familias campesinas que han vendido tierra o no en los últimos años (2010-2019). Los instrumentos de trabajo de campo incluyen encuestas a las familias campesinas, a través de un muestreo no probabilístico (N:120), en los barrios consolidados de la zona de estudio y entrevistas a diferentes actores sociales (jóvenes, adultos, adultos mayores y autoridades de Vilcabamba) orientadas a visibilizar interpretaciones desde distintas posiciones respecto a la mercantilización de tierras y sus efectos sobre el territorio.

Primeramente, presentaremos las principales contribuciones de la literatura de los estudios rurales sobre el mercado de tierra rural, con especial énfasis en los andes ecuatorianos. En segundo lugar, definiremos qué entendemos por territorio y desterritorialización. En tercer lugar, abordaremos la dinámica del mercado de tierras en Vilcabamba y sus efectos sobre el territorio. Por último, mostraremos cómo los cambios económicos, productivos, sociales, culturales y físicos constituyen efectos característicos de un proceso de desterritorialización.

La problemática del mercado de tierras en los estudios rurales

La problemática del mercado de tierras en los estudios rurales es abordada de manera heterogénea, y en las áreas andinas aún se encuentra en construcción. Según Plata (2013), cuando se habla de mercado de trabajo se alude a “un escenario donde se desarrollan tratos mediante los cuales se ‘transfieren’ de manera ‘transitoria’ o se ‘trasmiten permanentemente’ –vía la venta, la cesión y la sucesión– derechos directos e indirectos sobre el uso de la tierra” (Plata, 2013, p. 32). Con respecto al mercado de trabajo en territorios campesinos, el autor afirma que, en el proceso de mercantilización de tierras, el campesinado se comporta como un actor pasivo, puesto que se adapta a la dinámica propia del mercado, transformando o renunciando a sus costumbres para no ser excluido del proceso (Plata, 2013, p. 11).

Si nos centramos específicamente en los andes ecuatorianos, varios estudios dan cuenta de que el mercado de tierras pasó, progresivamente, a transformarse en un eje fundamental y favorable para el desarrollo del capitalismo agrario durante el siglo XX, lo que dismuyó las posibilidades de que el recurso tierra se mantuviera regulado por formas de intercambio (relacionamientos precapitalistas) y bajo la idea de una valorización alternativa por parte de los campesinos (Waters, 2007; Lentz, 1997; COTECA 2000; Goodwin, 2016).

Si bien el mercado de tierras en el país empieza su desarrollo a partir de la ley de reforma agraria en la década del 60, este se acelera a finales del siglo XX, cuando se crean las condiciones para su mercantilización, hecho que transforma la estructura agraria de forma paulatina (COTECA, 2000, p. 15). En este contexto, el recurso tierra ya era considerado como mercancía (valorizada por leyes de oferta y demanda) por parte de organizaciones campesinas, las cuales demandaron tempranamente la legalización e individualización de los títulos de propiedad ejerciendo de manera clara una ruptura con cualquier tipo de lógica de propiedad comunal.

Durante este proceso de transacciones económicas alrededor del recurso tierra, los actores locales son testigos, por un lado, de la pérdida del control sobre sus activos y sobre sus capacidades de acumulación de riqueza, y, por el otro, de un incremento de los procesos de diferenciación social interna en los pueblos indígenas y comunidades campesinas andinas. En efecto, tal como lo subraya Vogelgesang (1998), los individuos actúan en un proceso competitivo en el que las leyes de oferta y demanda son dominantes en detrimento de las distintas coordinaciones sociales alternativas. Claramente se genera de esta manera un efecto de “desencastramiento” de lo económico y lo social (Polanyi, 1947) en los territorios rurales. En este contexto, se pueden analizar algunos puntos de relación entre el proceso de mercado de tierras y los distintos procesos de desestructuración de los territorios rurales entre los cuales destaca, sin dudas, el fenómeno de la desterritorialización.

Consideramos que, para poder comprender esta relación, debemos sobrepasar ópticas analíticas estrictamente ruralistas y agraristas para dar paso a nuevas lógicas que nos permitan tener una mejor lectura integral sobre el espacio rural, sus transformaciones, sus actores y sus conflictos. En este sentido, son precisamente las nociones de territorio y desterritorialización las que nos permiten comprender este proceso complejo de la construcción social de lo rural que tiene lugar en un escenario de alcance global condicionado (Entrena Durán, 2009, p. 4).

El territorio y la desterritorialización

Desde la década de los 70, autores como Jean Gottman, Claude Raffestin y Robert Sack superan el pensamiento positivista de la geografía de las formulaciones de Friedrich Ratzel, señalando que el territorio es comprendido desde “el reconocimiento de las relaciones de poder proyectadas en el espacio entre los diversos actores territoriales” (Schneider y Peyré, 2006, pp. 3-11).

Según, Pecqueur (2000), es necesario superar los límites de la geografía para posteriormente entender al territorio desde una dimensión social. En palabras del autor:

el territorio no es una escala geográfica de coordinación entre actores sino una dimensión que se sitúa entre el individuo y los sistemas productivos nacionales. El territorio, es entonces más que una red, es la constitución de un espacio abstracto de cooperación entre diferentes actores con un anclaje geográfico para engendrar recursos particulares y soluciones inéditas (Pecqueur, 2000).

Por tanto, la noción del territorio se refiere a una construcción social, resultado de dinámicas y procesos vinculados a relaciones, estructuraciones, diferenciaciones, inequidades y conflictos. De esta forma, los actores sociales del territorio son creadores de espacios y configuradores de su territorio al mismo tiempo que encuentran en este su límite de posibilidades para desplegar procesos productivos (Sosa, 2012, pp. 35-37). El uso de esta noción plantea nuevas pistas de análisis en el debate acerca de las transformaciones en el medio rural, incorporando nuevas variables como las dimensiones espaciales y económicas en interrelación dinámica y constante con las dimensiones culturales, sociales y organizativas.

Desde esta perspectiva, la desestructuración del espacio rural puede ser explicada a través del uso del concepto de desterritorializacion. Para algunos geógrafos (Peyré Tartauga y Timothy Oakes), el análisis de la desterritorialización se centra en la conceptualización de territorio y lugar (Schneider y Peyré, 2006, pp. 11-14). En palabras de Santos, “los hombres cambian de lugar, como turistas o como emigrantes. Pero también los productos, las mercancías, las imágenes, las ideas. (1999, p. 262 citado en Schneider y Peyré, 2006, p. 12).

Según Haesbaert –quien realiza una crítica al fenómeno de la desterritorialización al catalogarlo como un ‘mito’ (2013, p.10)–, este proceso es una nueva forma de territorialización o reterritorializacion de un espacio físico que posee recursos naturales de existencia, es decir, “un proceso concomitante de destrucción y construcción de territorios mezclando diferentes modalidades territoriales, en múltiples escalas y nuevas formas de articulación territorial” (Haesbaert, 2004, p. 32 citado por Schneider y Peyré, 2006, p. 13).

Sin embargo, para los fines de este artículo se toman los análisis de Entrena Durán (2009) y Rieutort (2009), quienes consideran a las comunidades rurales como unidades de desarrollo sometidas a situaciones de desterritorialización, cuando los procesos externos, como la dinámica de la globalización y diversificación de la actividad económica y productiva de los sectores rurales, afectan a la población originaria de un territorio. Según Entrena Durán:

la desterritorialización ocurre cuando las estrategias de acción colectiva y las relaciones entre las clases que se desarrollan dependen menos de la voluntad de los actores sociales endógenos de su territorio y más de intereses exógenos o de decisiones, adoptadas, por lo general, desde bastante distancia (Entrena Durán, 2009, p. 3).

La desterritorialización posee algunas manifestaciones o rupturas en los territorios rurales, aprehensibles a partir de ciertos indicadores. Se trata de un fenómeno que se vincula con el avance del sistema capitalista a través de la modernización y que se refleja en procesos de urbanización de los territorios rurales (Entrena Durán, 2009, p. 4).

Análisis de la dinámica de mercado de tierras en la parroquia Vilcabamba

La localidad rural de Vilcabamba se encuentra ubicada al sur oriente del cantón de Loja, en la provincia de Loja (Ver figura 1). Según el Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Censo, en el año 2010 el número de habitantes era de 4.778 (INEC, 2010). Si tomamos como referencia la tasa de crecimiento del territorio (2,53 %), se estima que para el año 2019 serán 5982 los habitantes según el instrumento de planificación del territorio (PDOT Vilcabamba, 2015, p. 8). Respecto a la población extranjera, para el año 2015 existían 301 habitantes provenientes de: América (43,85 %), Europa (44,19 %), Asia (2,99 %), Oceanía (1,99 %), y sin especificar (6,98 %) (PDOT, 2015: 108).

Figura 1

Localización de Vilcabamba

Fuente: Castillo, 2020.

Nuestro estudio se realizó en diferentes barrios consolidados de este territorio (Yamburara, Tumianuma, Izhcayluma, San José, Cucanamá y Vilcabamba urbano), la mayoría de ellos de carácter rural, con la excepción de solo un barrio urbano (Ver figura 2). Estos poblados se caracterizan por su vocación agropecuaria, y por encontrarse amenazados por la demanda del recurso tierra para la construcción de infraestructura turística o segundas residencias para ciudadanos nacionales y extranjeros. La muestra representativa es N: 120, por consiguiente fueron seleccionados 20 casos de cada barrio consolidado de Vilcabamba.

Figura 2

Área de estudio

Fuente: Castillo, 2020.

Vilcabamba se convirtió en un destino para ciudadanos extranjeros y nacionales por sus características territoriales. A raíz de este acontecimiento, la unidad administrativa territorial del cantón Loja decretó ordenanzas para restringir el índice de edificabilidad en la zona rural y, con el objetivo de mantener el carácter agrario de la parroquia, estableció que el lote mínimo para la construcción en las zonas rurales era de 1.000 m2 (Gascón, 2016). Sin embargo, la población local se veía imposibilitada para comprar esa cantidad de tierra debido al encarecimiento del suelo, por lo que no el proyecto funcionó (Gascón, 2016, p. 314).

El predominio del uso residencial de la tierra ha provocado una mudanza en el uso tradicional del suelo en la parroquia. Correlativamente, se generan procesos de especulación del valor de la tierra, lo cual, a su vez, lleva a mantenerla fuera del uso productivo (Cabascango y Guamán, 2015, p. 4). En este escenario se configura una escasez artificial de tierras, lo que repercute sobre las condiciones de vida de los habitantes originarios de Vilcabamba, quienes son confinados en las peores tierras de la parroquia y obligados a buscar nuevas maneras para subsistir.

Vilcabamba es la parroquia del Ecuador con el mayor número de transferencias de tierra registradas. En los últimos años se han registrado 1632 transferencias, de las cuales el 60 % (1021 transferencias) corresponden a compra-venta (Reyes-Bueno et al., 2015, p. 141). Este contexto resulta comprensible, dado que el cantón Loja posee una propiedad privada que ocupa entre el 96 % al 100 % de la superficie (SIPAE, 2011, p. 14).

De acuerdo a las encuestas realizadas, el 60,8 % de los encuestados, en los últimos años, decidieron vender el total o una parte de sus tierras. Este resultado es interesante, porque da cuenta del escaso dinamismo que existe. Esta falta de dinamismo se debe a que no hay competencia (bien inmueble), pues los agentes que participan en esta dinámica son limitados, lo que afecta a la demanda y a la oferta, y trae como consecuencia fallas de mercado y especulación de precios.

Los actores que, mayoritariamente, participan en el proceso de venta de tierras con las unidades de análisis son ciudadanos nacionales (39,2 %) y extranjeros (19,2 %), de los cuales los nacionales son quienes más contribuyen a esta dinámica. Aquí es importante señalar que, en la actualidad, existen 21 nacionalidades y cerca de 1200 ciudadanos extranjeros residiendo en este territorio (Entrevista a autoridad de turismo en Vilcabamba 2019). Los ciudadanos extranjeros optan por asentarse en estas zonas hacia la finalización de su etapa vital (no productiva) aludiendo a la identificación personal con el territorio (Raya y Benítez, 2002; Huete-Nieves et al., 2008, p. 103), mientras que los ciudadanos nacionales lo hacen por adquirir mayor estatus social, el cual está asociado a la propiedad de un espacio privado familiar para vacacionar (Gascón, 2016, p. 313).

Tabla 1

Razón de venta de tierras

Fuente: elaboración propia con base en el análisis de encuesta en SPSS

Según los datos levantados en campo, la razón principal que atrae a la población local de Vilcabamba a vender sus predios es la económica (34,2 %) (Ver Tabla 1). Por parte de los oferentes la dinámica de venta de tierras es una oportunidad para mejorar sus ingresos, pues, el encarecimiento de este recurso resulta ser un factor decisorio para su enajenación, mientras que para los demandantes se trata de bienes percibidos para la inacción y el ocio. Esta percepción determina el precio del predio en el mercado, junto con factores como la ubicación del predio, accesibilidad, cercanía al centro urbano y servicios básicos. Como dato importante, el precio promedio de los predios de hasta 1 ha vendidos por los encuestados es de 32,375$. (Reyes-Bueno et al., 2015, pp. 148-150).

Este proceso genera opiniones contrastadas en el territorio. Por un lado, desde la perspectiva de los jóvenes se trata de una oportunidad para incrementar las fuentes de empleo, sin embargo, por otro lado, otros actores, como las autoridades locales, consideran que con el desarrollo turístico se pierden las costumbres de la parroquia, y se adquieren tradiciones ajenas al territorio (Entrevista a adultos y jóvenes de Vilcabamba).

La desterritorialización de la parroquia Vilcabamba. Nuevas actividades económicas y cambio del paisaje rural

Como venimos señalando, una de las actividades que adoptan los territorios con características territoriales como Vilcabamba es el turismo, debido a que es una actividad socioeconómica que contribuye a dinamizar procesos de desarrollo a largo plazo (Flores Ruíz y Barroso-Gonzáles, 2012, p. 59). Sin embargo, esta “opción de desarrollo” genera cambios en la estructura social, cultural, ambiental y económica local de los territorios (Gascón, 2016, p. 309).

El tipo de turismo que se lleva a cabo en la parroquia es el de segunda residencia y comunitario, sin embargo, ambos se caracterizan por el gran aumento de inversiones en tierra por parte de extranjeros (Noorloos, 2013, p. 2). Los datos revelados de la investigación aseguran que el 41,7 % de los jefes de familias campesinas desarrollan actividades relacionadas con el turismo y venta de tierras. Por el contrario, la agricultura ha dejado de ser la actividad principal de la parroquia; solo el 28,3 % de los jefes de las familias campesinas indicaron sostener esta práctica como actividad principal (Ver tabla 2).

Tabla 2

Nuevas actividades económicas

Fuente: elaboración propia con base en el análisis de encuesta en SPSS

En este sentido, se crean las condiciones necesarias para el cambio en la rama de actividad y categoría de ocupación de la mano de obra familiar, y predominan, en el caso de estudio, asalariados rurales y trabajadores por cuenta propia vinculados a actividades de servicios. Según datos de la investigación, de los 120 jefes de hogares encuestados, 34 se dedican a la agricultura y 24 de estos realizan actividades extra agrícolas.

En este contexto, Carton de Grammont (2008) señala que “la disminución progresiva de la contribución de las actividades agrícolas a la generación de ingreso en el medio rural” obedece a procesos iniciales de desterritorialización, no tanto por la disminución de la agricultura, sino por el crecimiento del ingreso no agrícola en las familias campesinas (Grammont, 2008). Es preciso señalar que el trabajo fuera de la agricultura resulta ser una estrategia de supervivencia en Vilcabamba, es decir, una necesidad en lugar de una elección voluntaria de los pobladores.

Otro indicador importante de la desterritorialización son las transformaciones en el paisaje rural debido a las consecuencias ambientales y el proceso de adaptación de una lógica territorial exógena. En el Ecuador los “espacios” rurales se transformaron de forma gradual, con la agricultura como eje económico, pero también en torno a otras actividades y dimensiones nuevas del desarrollo social e institucional (Idrovo, 2016, p. 3). En las últimas décadas las áreas urbanas de este país han tenido un crecimiento seis veces mayor que las áreas rurales (Idrovo, 2016, p. 5); esto se debe a que, en este país, el desarrollo de los “espacios rurales” se ha ido realizando desde una errada perspectiva sectorial (Martínez Valle, 1999:14).

Hace algunas décadas atrás, Vilcabamba proyectaba una identidad cultural condicionada por su vínculo con el medio ambiente. Esta relación directa evocaba la interpretación del territorio de sus valores como algo vivo autóctono. Respecto a las construcciones del territorio, se caracterizaban por el uso de materiales naturales (tapial, madera y adobe) y conforme a las necesidades de ese entonces. En la actualidad, la lectura del paisaje de la parroquia Vilcabamba muestra un cambio radical en comparación con su paisaje antiguo, pues en el territorio existen negocios relacionados con las actividades de servicios y espacios exclusivos para ciudadanos extranjeros que causan procesos de gentrificación, lo que implica una expulsión progresiva de habitantes locales de bajos recursos hacia las afueras de la localidad de Vilcabamba.

Rupturas con el territorio y la alimentación

La desterritorialización también se manifiesta por la presencia de rupturas entre agricultura y territorio, y entre agricultura y alimentación (Durán,1999, p. 5). La primera ruptura se refiere a la pérdida del carácter autóctono de los territorios rurales (agricultura), por la intromisión de otras actividades económicas y por los procesos urbanizables en que se encuentran (Durán,1999, p. 5). Estemos de acuerdo o no con las visiones campesinistas y descampesinistas, la agricultura sigue siendo el núcleo característico y vital de la ruralidad porque mantiene el vínculo entre las personas y sus actividades con el suelo, a pesar de las transformaciones contemporáneas (Hervieu, 1995, p. 37).

Con esto no pretendemos promover esa visión nostálgica del agro tradicional sobre la cual realiza su análisis Entrena Durán (1999). Por ello, volvemos a señalar que la presente investigación se realizó desde una óptica del territorio que permitiera comprender los escenarios que enfrenta lo rural, a la vez que mirar al campo desde la ciudad, el futuro de lo rural desde lo rural, y las interacciones urbano-rurales desde los actores locales rurales.

Para esto fue necesario preguntar a las unidades de análisis la importancia que poseen sobre la tierra y la actividad agrícola. Los resultados son alentadores, pues el 74 % señalaron que son vitales para su territorio, ya que representan el anclaje cultural y el espacio de encuentro para fortalecer las relaciones de identidad y reciprocidad. Paradójicamente, el 61 % de los encuestados afirmó haber vendido el total o parte de sus predios, lo que nos lleva a preguntarnos sobre el tipo de valorización de recursos que posee la población local.

La segunda ruptura (agricultura y alimentación) coexiste si la primera ruptura ocurre. Para Durán los procesos de producción y consumo de alimentos industrializados se desarrollan al margen del control de los agricultores, controlados por actores exógenos al territorio (Entrena Durán,1999).

La afectación de la alimentación es uno de los mayores impactos que sufre la parroquia, debido a que la venta de tierras está ligada a la pérdida de soberanía alimentaria y de la vocación de la actividad agrícola. De esta manera, los alimentos producidos in situ no satisfacen a toda su población ni tampoco a los mercados cercanos a la parroquia. Por esta razón, los patrones de consumo en Vilcabamba han sufrido un drástico cambio en los últimos años. Esta ruptura, no solo afecta a la soberanía alimentaria, sino que, a su vez, ocasiona la pérdida de cultivos tradicionales.

Contexto socio-organizativo y cultural. Abandono de rasgos socio-organizativos

El abandono de rasgos socio-organizativos y el debilitamiento de lazos de solidaridad y reciprocidad específicos constituyen, asimismo, indicadores de procesos de desterritorialización. De acuerdo a nuestra investigación, los lazos organizativos se encuentran debilitados. Esto se expresa en las siguientes citas de entrevistas: “el tejido de social de Vilcabamba ha decaído mucho” (Entrevista a autoridad del GAD de Vilcabamba, 2019); “cuando hay un problema que nos afecta a todos, pocos nos organizamos para hallarle solución” (Entrevista a adulto de Vilcabamba, 2019); “no estoy enterado de ninguna organización de los que vivimos aquí, solo sé de representantes barriales y la asociación de viejitos” (Entrevista a joven de Vilcabamba, 2019). Adicionalmente, un factor importante para que la organización local se vea afectada ha sido la relación con los “nuevos vecinos”, ya que la comunicación y la lengua complican aún más la interacción con los locales para poder organizarse.

Por otro lado, las practicas precapitalistas (mingas, reuniones comunitarias y reglas informales), que mantenían un ambiente de participación y colaboración comunitaria para fortalecer los lazos de solidaridad y reciprocidad rural del territorio, se han visto afectadas negativamente. Las entrevistas realizadas a adultos mayores durante la instancia de campo indican que, en la actualidad, las contrariedades y puntos de vista diferentes sobre prácticas agrícolas y actividades relacionadas con las reglas internas (informales) entre las familias campesinas y residentes (nacionales y extranjeros) del territorio disminuyen la organización social. Por ejemplo, las mingas anteriormente eran desarrolladas por la mayoría de los nativos, lo cual, a su vez, facilitaba las oportunidades de negocio, acuerdos y solución de problemas de la parroquia Vilcabamba, y hoy solo son desarrolladas por quienes realizan actividades agropecuarias, y son organizadas por las escuelas locales (Entrevista a autoridades y a adultos de Vilcabamba, 2019). En este contexto, los nativos se ven perjudicados porque no desarrollan estrategias integrales para el beneficio común ni se reúnen para la búsqueda de soluciones a problemas, ya sean de carácter social, económico, político o productivo, todo lo cual expresa una clara afectación a los rasgos socio-organizativos y lazos de solidaridad de Vilcabamba.

Valorización de los referentes simbólicos externos y expulsión de población joven fuera del territorio rural

La valorización de los referentes simbólicos externos también comprende un indicador del debilitamiento del plano organizativo y cultural del territorio al calor de todo este proceso que venimos señalando. Para dar cuenta de los cambios culturales que se dan sobre este aspecto se profundiza el análisis respecto a los rasgos culturales originarios y rasgos culturales adquiridos de los locales de la parroquia Vilcabamba.

La parroquia cuenta con una variedad de festividades y manifestaciones culturales (PDOT Vilcabamba, 2015, p. 100). Una de las más reconocidas es a fiesta del carnaval, la cual surgió por el prestigio nacional e internacional que alcanzó la parroquia en la década de los 90 (Carpio Toledo, 2009, p. 13). En un inicio, era una festividad para mejorar la integración de los nativos, por ello, se emprendían campañas para concienciar a los locales en valorizar su territorio, manteniendo el respeto y la cultura, por esta razón nace su eslogan “carnavales, por la salud y vida” (Carpio Toledo, 2009, p. 13). En la actualidad, el carnaval se sigue realizando, pero ya no con el ímpetu y participación de los nativos, pues atrás quedaron las actividades que caracterizaban a esta festividad (“baile del longevo”, “los caballos de paso y galope campero”), y hoy sobresalen actividades no oriundas de Loja o Ecuador (“desfile de carros alegóricos extravagantes”, “tardes carnavalearas y conciertos”) (Entrevista a adulto de Vilcabamba, 2019).

Lo mismo sucede con las festividades religiosas de Vilcabamba; estas se han visto afectadas negativamente, a pesar de ser un elemento de identidad territorial. Al igual que el carnaval, estas festividades no han desaparecido por la profunda fe cristiana y alborozo que mantienen los nativos, aunque su participación ha disminuido, sobre todo la de la población joven. Algunos años atrás estas festividades se acompañaban de actividades como programas artísticos, deportivos, noches de luces (castillos, vacas locas), y elaboración y consumo de productos locales artesanales, como los chamicos y tabacos naturales, asimismo, se contaba con la participación de actores del sector público y privado (PDOT Vilcabamba, 2015; Entrevistas a adultos de Vilcabamba, 2019).

Por otro lado, la interacción de culturas entre actores endógenos y exógenos en la parroquia de Vilcabamba ha dado como resultado la transformación de la cultura originaria. Los nativos han modificado su realidad social de manera violenta, es decir, han desarrollado una inconsciencia originaria que borra la memoria histórica cultural. Cabrera (2012) caracteriza este estado como “aceptación pasiva”, lo cual significa que el sujeto acepta y reproduce la nueva cultura en que se encuentra el territorio.

En relación con los ciudadanos extranjeros, podemos decir que se encuentran en un estado de segregación –lo cual significa que “el inmigrante no trata de establecer relaciones con el grupo y busca, más bien, reforzar su identidad étnica autóctona oponiéndose a toda mezcla con el grupo dominante o los otros grupos étnicos de la sociedad” (Ferrer et al., 2014, p. 561)–, pues la mayoría de nativos han demostrado que los ciudadanos extranjeros no están interesados en participar en los eventos culturales de Vilcabamba, por ello han creado sus espacios específicos, como chambalabamba, grandes haciendas (San Joaquín), segundas residencias para el ocio y restaurantes en la zona urbana, donde se reúnen, se alimentan y mantienen conversaciones en su idioma autóctono. Como dato adicional, un estudio llevado a cabo en Vilcabamba sobre reproducción de desigualdades globales demostró que la cultura exógena es adaptada y reproducida, lo que ha causado transnacionalismo en formas legitimas e ilegitimas (Hayes y Tello, 2016, p. 22).

El fenómeno actual de Vilcabamba ha obligado a que los jóvenes de esta parroquia migraran o trabajaran para los extranjeros que compraron tierras. Esta consecuencia hace que se profundice el proceso de desterritorialización e imposibilite procesos de reterritorialización. Según algunas entrevistas, “los jóvenes aprovechan las fuentes de trabajo de los gringos y se olvidan de la agricultura” (Entrevista a adulto de Vilcabamba, 2019); “la mayoría (jóvenes) sale por progresar, por eso, venden las tierras que son caras y van a las ciudades a implementar negocios” (Entrevista a adulto de Vilcabamba, 2019). Asimismo, los datos de la investigación demuestran que dentro del núcleo familiar de Vilcabamba, las personas que mayoritariamente migran son los hijos de los jefes de las familias campesinas (41,7 %), es decir, los jóvenes, al no encontrar vocación económica en la agricultura, deciden migrar.

El escenario de los jóvenes de Vilcabamba es desfavorable para su desarrollo, por ello la salida que toman es la migración, tanto hacia parroquias cercanas como hacia países vecinos. En definitiva, como comenta Irala, “las juventudes rurales están prácticamente invisibles, hay poca preocupación por entender sus características, sus necesidades, los contextos en los que viven y sus miradas sobre el presente y el futuro” (Irala, 2013 citado por Estévez, 2017, p. 8).

Pérdida de control de la esfera socio-organizativa y cultural

Con el escenario expuesto, existe una desestructuración evidente del territorio, respecto a las transformaciones en el entorno sociocultural y organizativo, pues existen características de una cultura desterritorializada por la hibridación de manifestaciones culturales existentes (nacionales y de extranjeros). Asimismo, la población originaria no percibe la importancia de la cultura como una estrategia de valorización productiva para generar procesos de desarrollo territorial, sino como un espacio de vaga relación entre ciudadanos que residen Vilcabamba.

La falta de una organización con capacidad de cohesión ha sido una de las principales causas del aumento de la desigualdad y la diferenciación social dentro de Vilcabamba, es así que encontramos un territorio dividido entre los ciudadanos extranjeros, nacionales y nativos, lo cual causa un daño económico, ambiental, paisajístico, social, organizativo y cultural. Adicionalmente, los lazos de solidaridad y reciprocidad se encuentran debilitados, y esto provoca que el interés común no se revalorice en procesos endógenos, sino en procesos de interés individual.

Los ciudadanos nacionales y, sobre todo, extranjeros han impuesto su cultura autóctona, lo que dio como resultado una correlación de fuerzas simbólicas enmarcadas en un contexto conflictivo. De esta forma, quienes habitan Vilcabamba, modifican su realidad social, y entre ellos, los jóvenes resultan ser los más perjudicados. En definitiva, la afectación a esta dimensión cataliza la pérdida de identidad, autonomía y control de Vilcabamba hasta el punto en que ya no exista interés en su recuperación, pese a que la estimulación en estas características (identidad, cultura y organización social) potencia las practicas productivas y económicas (Albagli, 2004 citado por Flores, 2007, p. 39) Ante este escenario, nos encontramos con serias evidencias de la desterritorialización.

Reflexiones finales

El contexto territorial de Vilcabamba compete a los nuevos territorios contemporáneos rurales que generan “desarrollo rural”, a partir de nuevos modelos económicos productivistas con serias consecuencias sociales, culturales, ambientales y económicas. En el territorio analizado, el turismo residencial-comunitario y las actividades terciarias se han posicionado como las que principalmente llevan a cabo los habitantes originarios. Como consecuencia del mercado de tierras, el surgimiento de nuevos actores beneficiados de esta problemática era inevitable, pues las retribuciones de las nuevas actividades económicas y productivas benefician a los nuevos actores, mientras que la población originaria ve cómo la actividad agrícola y productiva endógena es sustituida por trabajos estacionales mal remunerados, o se ve forzada a desarrollar acciones extra agrícolas mientras se dedican a la agricultura.

Las tres dimensiones del territorio son afectadas y esto da como resultado una evidente desterritorialización en la parroquia Vilcabamba. Respecto a la dimensión económica-productiva, el modelo productivista (turismo residencial-comunitario y venta de tierras) ha transformado el paisaje rural (dimensión física), causando transformaciones serias al ambiente y perdida de diversidad. Respecto a la dimensión cultural, la hibridación de manifestaciones culturales, la falta de organización social y los procesos recientes de aculturación han causado serios perjuicios en la identidad local del territorio y abandono de los lazos de solidaridad y reciprocidad específicos.

En este contexto, evidenciamos que la población originaria (actores endógenos) no tiene control sobre su territorio, debido al proceso de mercantilización de tierras y al desarrollo socioeconómico de las nuevas actividades económicas en Vilcabamba. De igual forma, los procesos organizativos, la cultura originaria y las actividades económicas tradicionales se transformarían, para dar paso a nueva cosmovisión en el territorio. Esta situación crearía un deterioro de los recursos específicos del territorio, que imposibilitaría procesos de desarrollo territorial.

Referencias

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Notas