Geograficando, 11(1), junio 2015. ISSN 2346-898X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Geografía

ARTÍCULOS/ARTICLES

 

Cartografías migratorias urbanas. Distribución espacial de la población extranjera en la Ciudad de Buenos Aires (2010)

 

Gabriela Mera

Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
gabsmera@yahoo.com

Argentina

Mariana Marcos

Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
marianamarcos.ar@gmail.com
Argentina

Cita sugerida: Mera, G.; Marcos, M. (2015). Cartografías migratorias urbanas. Distribución espacial de la población extranjera en la Ciudad de Buenos Aires (2010). Geograficando, 11 (1). Recuperado de: http://www.geograficando.fahce.unlp.edu.ar/article/view/Geov11n01a04

 

Resumen
El presente artículo se propone estudiar la distribución espacial de los migrantes internacionales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mediante un análisis estadístico-cartográfico que toma como fuente de datos el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Se realiza un análisis socioespacial a partir de datos censales georeferenciados mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG), y se trabaja a partir de la construcción de mapas temáticos y el cálculo de indicadores estadísticos de distribución espacial. En este sentido, desde un abordaje metodológico cuantitativo que combina una escala macrosocial (en tanto abarca a esta ciudad en su totalidad) y microespacial (en la medida que permite visualizar diferencias que se producen a nivel intraurbano), se analiza cómo la presencia urbana de estos grupos, resultado de trayectorias sociales y espaciales diferentes, se manifiesta en patrones de localización particulares en el territorio urbano.

Palabras clave: Distribución espacial; Migraciones; Territorio urbano.

 

Urban Migration Cartographies. The spatial distribution of foreign population in the City of Buenos Aires (2010)

 

Abstract
This paper sets out to study the spatial distribution of international migrants in the City of Buenos Aires through a statistical and cartographic analysis based on the information collected by the 2010 National Population, Homes and Living Conditions Census. A socio-spatial analysis is carried out of the Census data, which are georeferenced using Geographic Information Systems (GIS). This work is done through thematic mapping and spatial distribution statistical index calculations. Thus, from a quantitative methodological perspective combining a macro-social (as it involves the whole city) and a micro-spatial (as it allows for the visualization of differences caused on an intra-urban level) scale, what is analyzed is how these groups’ urban presence, which results from various social and spatial trajectories, is evidenced in specific localization patterns within the urban territory.

Key words: Spatial Distribution; Migration; Urban Territory.

 

Introducción

En su trabajo Efectos de lugar, Bourdieu (1993) propone dirigir la mirada hacia la dimensión del espacio, hacia los lugares habitados por los individuos y grupos, entendiéndolo como expresión del espacio social. Una retraducción turbia, enmascarada por un proceso de naturalización, en el que localizaciones diferenciales manifiestan y afirman distancias sociales: estructuras sociales, devenidas en estructuras espaciales, organizan y califican.

Con este trabajo, Bourdieu invita a poner el foco en la dimensión espacial de los procesos sociales, entendida como parte constitutiva de la construcción de las estructuras y jerarquías del mundo social. La pregunta por la localización espacial de la población —la invitación a desentrañar esa configuración de posiciones residenciales resumible en un mapa— da cuenta, así, de elementos que hacen a la estructura social de la ciudad y al lugar que en ella ocupan los diferentes actores. Allí se cristalizan estrategias (individuales, familiares, sociales) de asentamiento, llevadas a cabo por agentes desigualmente posicionados en el espacio social. Allí se manifiestan, también, la estructura urbana y las condiciones de acceso a la vivienda que brindan el mercado y el Estado a los distintos sujetos.

En el caso de los grupos procedentes de la migración, la cuestión de la localización adquiere nuevas dimensiones, pues en su asentamiento espacial intervienen factores de origen y de destino, que se entrecruzan en las luchas por el acceso al espacio urbano. La distribución de estos grupos responde a un entramado de elementos vinculados con su momento de arribo, las redes sociales —las relaciones personales, familiares o sociales que proveen recursos, orientaciones, medios, alojamiento y empleo en el nuevo país— y las condiciones estructurales de la sociedad de recepción, como la dinámica del mercado inmobiliario y la discriminación en el acceso a la vivienda, que pueden limitar o condicionar las estrategias familiares. En este marco, se producen formas de distribución espacial diferenciales, en las que el espacio urbano juega un complejo rol de producto y productor de las relaciones, prácticas y conflictos sociales que en él se dirimen (Lefebvre, 1972).

Desde esta perspectiva, el presente trabajo se propone estudiar la distribución espacial de los migrantes internacionales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) tomando como fuente de datos el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Se realiza un análisis socioespacial a partir de datos censales georeferenciados mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG), y se trabaja con la construcción de mapas temáticos y el cálculo de indicadores estadísticos de distribución espacial.

Migraciones y ciudad

La Ciudad de Buenos Aires ha sido una receptora privilegiada de las sucesivas corrientes de inmigrantes que arribaron a la Argentina: primero de la inmigración europea de fines del siglo XIX y comienzos del XX, y luego, en particular desde mediados de siglo, de los nacidos en países limítrofes o vecinos. En este proceso, la CABA se fue conformando como un espacio urbano pluricultural, que deja sus huellas en el territorio y constantemente desafía los modos en que la ciudad se piensa (y se imagina) a sí misma.

Los movimientos migratorios internacionales a la Argentina comenzaron hacia 1830, pero fue medio siglo después cuando el país se convirtió en el destino privilegiado de las oleadas que se aventuraban a cruzar el Atlántico buscando en las Américas mejores condiciones de vida. El mayor volumen de inmigración arribó entre 1870 y 1929, en el contexto de un modelo agro-exportador que los recibió con las puertas abiertas, ávido de mano de obra extranjera. Hacia estos años, el movimiento inmigratorio adquirió una magnitud y velocidad vertiginosas: el puerto de Buenos Aires fue testigo del arribo de alrededor de 5 millones de europeos —mayoritariamente italianos y españoles—, mano de obra destinada a satisfacer los ideales de las elites políticas de ‘colonizar’ el interior del país.

Pero a pesar de estos proyectos colonizadores, y frente a la imposibilidad de acceso a la propiedad de la tierra del campo, concentrada en manos de los grandes propietarios1, las ciudades se convirtieron en centro de oportunidades y Buenos Aires en particular vino a concentrar las preferencias de los recién llegados. Así, cuando la Argentina de fines del siglo XIX comenzó a convertirse en la sociedad aluvial, la Ciudad de Buenos Aires se tornó una de las receptoras privilegiadas de esos inmigrantes europeos, que en su mayoría provenían de los sectores más empobrecidos del mundo rural.

Las Guerras Mundiales implicaron una brusca interrupción del flujo inmigratorio europeo, que no había dejado de crecer desde fines del siglo XIX. Durante la segunda posguerra se produce una última oleada inmigratoria, pero de menor magnitud que la primera (Maguid, 1997). Así, hacia mediados del siglo XX ya puede decirse, como sostiene Devoto (2003: 411), que “el ciclo de la inmigración europea llegaba a su fin”. Y en ese contexto, junto con la disminución de la migración internacional, comienza a cambiar la composición de estos flujos, y aumenta la presencia relativa de migrantes provenientes de países limítrofes y vecinos, así como de algunos otros países del mundo.

Según datos del último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (Tabla 1), en el año 2010 el 71,5% de la población extrajera censada en viviendas particulares de la CABA estaba compuesta por personas provenientes de países de la región, en particular de Bolivia, Paraguay y, en menor medida, Perú. La edad media de este subuniverso apenas llega a los 40 años —siendo sólo superada por los uruguayos y chilenos—, lo que habla de una migración que se ha renovado en el tiempo, con significativa presencia de migrantes recientes que se desplazan en edades laborales; y el índice de masculinidad refleja que se trata de una corriente feminizada, con una composición por sexo desequilibrada a favor de las mujeres. Por su parte, los migrantes provenientes de los principales países de origen de Europa (Italia y España) constituyen algo más del 10% de los extranjeros censados en la Ciudad. Su elevada edad media, en torno a los 70 años, expresa que son en gran medida supervivientes de los flujos llegados en la primera mitad del siglo XX; y el tratarse de una población envejecida explica su feminización, vinculada con la mayor expectativa de vida que suelen tener las mujeres. Los restantes colectivos tienen un peso relativo menor, y entre ellos se destacan los colombianos, estadounidenses, coreanos y chinos, que en conjunto representan 6,5% de la población extranjera. Los nacidos en Colombia y Estados Unidos alcanzan una edad media en torno a los 30 años —lo que habla de movimientos recientes de personas jóvenes—, conformando un flujo más feminizado en el caso colombiano. Los provenientes de China y Corea tienen una edad promedio algo mayor, en particular los coreanos (45,7 años), con una composición por sexo más equilibrada, con predominio masculino en el caso de los chinos.

Tabla 1: Población extranjera en viviendas particulares por país de nacimiento. Cantidad, peso relativo, edad media e índice de masculinidad. CABA, 2010

País de nacimiento

Absolutos

% sobre total extranjeros

% sobre total de población

Edad media

Índice de Masculinidad

Países limítrofes + Perú

260.398

71,5

9,2

39,3

77,9

Paraguay

79.295

21,8

2,8

34,8

65,4

Bolivia

75.948

20,9

2,7

32,3

92,5

Perú

59.389

16,3

2,1

33,9

77,3

Uruguay

29.754

8,2

1,1

50,7

82,5

Chile

8.831

2,4

0,3

46,8

80,2

Brasil

7.181

2,0

0,3

37,2

69,7

España

24.578

6,7

0,9

69,0

69,0

Italia

21.216

5,8

0,8

71,0

75,2

Colombia

8.767

2,4

0,3

29,7

89,1

Corea

6.201

1,7

0,2

45,7

99,5

Estados Unidos

4.708

1,3

0,2

31,8

105,0

China

3.858

1,1

0,1

37,3

109,0

Resto

34.403

9,4

1,2

42,5

69,8

Total

364.129

100,0

12,9

41,4

79,4

Fuente: Elaboración sobre la base de INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010

Metodología

Este artículo se propone brindar un panorama de las formas que adquiere la distribución espacial de estos grupos extranjeros en la CABA a través de un diseño metodológico cuantitativo, que combina una escala a la vez macrosocial, en tanto abarca a la CABA en su totalidad, y microespacial, en la medida que permite visualizar diferencias que se producen a nivel intraurbano. Para ello se recurre a datos ─cartográficos y alfanuméricos─ del último Censo de Población de 2010 (INDEC), sobre cuya base se elaboran mapas temáticos y se calculan indicadores estadísticos de distribución espacial de la población.

A lo largo del proceso de construcción de los datos que se analizan en el artículo se debieron tomar algunas decisiones relacionadas con las particularidades de la fuente. Entre ellas, se destaca en primer lugar el tratamiento que se realizó sobre la base cartográfica censal, que originalmente estaba conformada por un mosaico sin residuos de 3.553 unidades espaciales pequeñas2 que abarcaba la totalidad del territorio de la Ciudad, y que fue ajustada al área de uso residencial con el objetivo de obtener mapas temáticos más precisos y de que algunos indicadores de distribución espacial que tienen en cuenta la superficie de las unidades espaciales no se vieran afectados por la inclusión de áreas despobladas. Además, a fin de evitar valores atípicos en los resultados en unidades espaciales con escasa población, se identificaron y fundieron con una unidad espacial colindante las unidades espaciales originales con menos de 100 personas. Culminada esta etapa de ajuste, se obtuvo la cartografía base del estudio, conformada por 3.546 unidades espaciales, con un mínimo de población y ajustadas al suelo de uso residencial de la CABA.

Un segundo conjunto de decisiones derivadas de las particularidades de la fuente tiene que ver con el intento de identificar a los migrantes en las unidades espaciales pequeñas en las que se puede subdividir la Ciudad, cuando se conoce el país de nacimiento de las personas, pero no se dispone de la información de su lugar de residencia habitual3 —fundamental en un censo de hecho para diferenciar los desplazamientos definitivos (migratorios) de los de carácter temporal—, que permitiría distinguir entre quienes se encontraban transitoriamente en donde fueron censados y quienes arribaron y se establecieron como resultado de un movimiento migratorio propiamente dicho. Para intentar sortear esta dificultad, se tomó la decisión de restringir el universo de análisis a la población en viviendas particulares, excluyendo la población en viviendas colectivas (hospitales, prisiones, cuarteles, internados, campamentos / obradores, hoteles turísticos y hogares de ancianos, de menores y de religiosos), bajo el supuesto de que muchas de estas personas no se encontraban en su lugar de residencia habitual. Si bien con esta decisión no se logró llegar a la categoría tradicional de “migrante”, los resultados obtenidos constituyen una buena aproximación, en la medida que se logró excluir del estudio a 17.649 personas nacidas en países extranjeros que habían sido censadas en viviendas colectivas.

Una vez construida la información, se realizó un mapa temático de desvíos estándar para cada grupo nacional de personas extranjeras, y se calcularon indicadores que dieran cuenta de diferentes aspectos de su distribución espacial a través de una medida resumen: el Índice de Segregación (IS), que varía entre 0 (ausencia de desigualdad) y 1 (máxima desigualdad), y expresa la distribución del grupo en términos de su presencia porcentual en las unidades espaciales de la Ciudad, indicando la proporción de miembros que debería cambiar de lugar de residencia para que la representación del grupo en cada unidad espacial sea equivalente a la del conjunto de la Ciudad4; el Índice Delta (DEL), que también varía entre 0 (ausencia de desigualdad) y 1 (máxima desigualdad), y expresa la distribución del grupo en términos de su densidad en las unidades espaciales de la Ciudad, indicando la proporción de miembros que debería cambiar de lugar de residencia para obtener densidades uniformes en todas las unidades espaciales de la Ciudad; el Índice de Centralidad Absoluta (ACE), que da cuenta de la localización del grupo con respecto al centro de la Ciudad5, y asume valores negativos cuando el grupo tiende a localizarse lejos del centro, valores positivos cuando el grupo tiende a localizarse en el centro, y valores próximos a 0 cuando el grupo está distribuido en toda la ciudad; y el Índice de Morán Global (I), que da cuenda de la existencia de agrupamientos (clusters) espaciales de unidades con alta representación relativa del grupo (valores cercanos a 1) o, por el contrario, de patrones de distribución espacial caracterizados por la dispersión (valores próximos a -1) o por ser aleatorios (valores próximos a 0)6.

Resultados y discusión

Los mapas de las figuras 1 a 3 dan cuenta de las formas que adopta la localización espacial de los principales colectivos extranjeros en la Argentina, incluyendo los valores obtenidos por cada grupo en relación con algunos indicadores resumen de distribución espacial.

La Figura 1, que presenta la distribución de los principales colectivos de países limítrofes en la CABA (bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos), permite observar algunos patrones interesantes. En primer lugar, surge un significativo contraste en el comportamiento espacial de los nacidos en Bolivia y Paraguay respecto del resto de los extranjeros. Estos colectivos se hallan muy desigualmente distribuidos y concentrados en el espacio urbano. En el caso de los bolivianos, los indicadores estadísticos (IS=0,65 y DEL= 0,62) dan cuenta de que más del 60% debería cambiar de lugar de residencia para alcanzar una distribución y una densidad uniforme en el conjunto de la CABA. La cartografía revela que ambos grupos tienen una representación próxima a la media en la mayor parte de la ciudad, pero se concentran fuertemente en determinadas áreas (donde, en algunas unidades espaciales, llegan a constituir más del 60% de la población); y que hay una tendencia a la agrupación de las áreas de alta presencia de estos grupos, como manifiesta el I, que oscila entre 0,4 y 0,5. Pero un elemento significativo es dónde se encuentran estas áreas de alta presencia de paraguayos y bolivianos, pues no solo están lejos del centro urbano (el valor del ACE para los bolivianos es el más bajo entre los extranjeros: -0,04), sino que en su mayoría están ubicadas en el sur —la zona más degradada de la CABA, caracterizada por un déficit de infraestructuras y servicios, y alta presencia de formas precarias de hábitat (Pírez, 2009)—, o en áreas que contienen villas y asentamientos informales.

La presencia de este colectivo en la ciudad es resultado de trayectorias espaciales diversas —desplazamientos por etapas al comienzo, pues es una migración que originalmente tendió a asentarse en zonas agrícolas de frontera; y movimientos directos a Buenos Aires en los últimos años—, y en su inserción urbana se fueron construyendo diferencias y jerarquías (sociales y simbólicas) que, de esta manera, parecen tener su expresión en el territorio. Por un lado, estos grupos presentan diferenciales sociodemográficos y socioeconómicos, en tanto tienden a alcanzar menores niveles educativos, a provenir de sectores más bajos en la estructura social y a insertarse en el mercado laboral de modo segmentado y precarizado (Cerruti, 2009). Pero, asimismo, muchas distancias que se erigen en torno a ellos se ubican en un plano simbólico, pues tienden a ocupar los lugares más degradados en los imaginarios de las jerarquías étnicas argentinas (Grimson, 2006), y con frecuencia son construidos como alteridades indeseadas (Halpern, 2010) en el país7. Y estas dinámicas de desigualdad, tanto material como simbólica, parecen haber incidido en las formas de acceso al suelo y la vivienda para gran parte de esta población, contribuyendo al surgimiento de fronteras urbanas que los excluyen de algunas zonas, y los circunscriben a otras donde priman condiciones de vida deficitarias, con lo que se contribuye a reforzar las jerarquías existentes.

El tercer grupo extranjero más numeroso en la CABA, los peruanos, con frecuencia suelen ser agrupados, junto con los bolivianos y paraguayos, bajo esos imaginarios negativos. Pero los flujos del Perú tienen características diferenciales: se trata de corrientes más recientes —el mayor dinamismo lo experimentaron en la década de 1990—, que en gran medida están integradas por personas provenientes de ámbitos urbanos, con alto nivel educativo (Cerruti, 2005). Y tales diferencias parecen manifestarse en sus dinámicas residenciales: las medidas muestran que los peruanos se encuentran algo más dispersos por la ciudad que los bolivianos (IS=0,47), y si bien hay una tendencia al agrupamiento de las áreas de alta presencia de peruanos (I= 0,4), éstas se localizan más cerca del centro urbano (ACE=0,4). Esta situación se observa claramente en la cartografía: las áreas de mayor presencia relativa (más de 1,5 desvíos) se encuentran mayoritariamente en el este, en torno al Centro Administrativo y de Negocios, lo que da cuenta de otra dinámica de acceso al suelo.

La población nacida en Uruguay, por su parte, se encuentra mucho más equidistribuida en el espacio (IS=0,23), al punto que en ninguna unidad espacial los uruguayos representan más del 6% de la población. Además, no sólo hay una mayor tendencia a la dispersión de las áreas con mayor peso de esta población (I=0,2), sino que este grupo tiende a residir más cerca del centro urbano y del centro geográfico de la CABA, como se manifiesta en el mapa por desvíos estándar. Este patrón —en torno al cual no parecen haberse erigido fronteras territoriales que restrinjan su localización— posiblemente se vincula con que se trata de una población que, en su gran mayoría, pertenece a sectores medios urbanos, alcanza niveles educativos e inserciones laborales similares al promedio de la población nativa (Benencia, 2003), y a la que se la suele considerar más “cercana” en términos socioculturales. En este sentido, la existencia de proximidades (sociales y simbólicas) parece reproducirse en los patrones de localización en forma de proximidades (espaciales) en el territorio urbano.

Esta primera cartografía urbana de la presencia migratoria en la CABA se complementa con la Figura 2, que reúne a los restantes colectivos limítrofes (chilenos y brasileños), así como a los extranjeros que siguen en importancia numérica: españoles, italianos y colombianos.

Los individuos nacidos en Chile comparten con los uruguayos algunas dinámicas espaciales —si bien su magnitud numérica es menor—, en tanto se hallan más equidistribuidos que otros grupos extranjeros (IS=0,37) y las áreas con mayor representación por sobre la media se encuentran en torno al Centro Administrativo y de Negocios. Los brasileños, por su parte, se hallan algo más desigualmente distribuidos (IS=0,43), y también tienen presencia en esta zona central, extendiéndose hacia la franja norte, que constituye un área de histórico predominio de sectores socioeconómicos altos. Y, en ambos casos, los indicadores expresan una escasa tendencia al agrupamiento de las áreas donde tienen mayor presencia relativa (I=0,2). Estos flujos, como han señalado diversos autores (Ceva, 2006; Jensen, 2013), se encuentran integrados en su mayoría por jóvenes-adultos de clase media y alta, muchos de los cuales llegan a Buenos Aires buscando completar sus estudios superiores o ampliar sus “horizontes culturales” en espacios profesionales o artísticos; y otros son trabajadores calificados que se insertan en actividades de servicios o en tareas profesionales y técnicas. En este sentido, sus patrones de localización coinciden con lugares céntricos, comunicados con las centralidades urbanas, y con zonas de alto poder adquisitivo.

Los italianos y españoles, por su parte, en su mayoría son sobrevivientes de los flujos históricos de la primera mitad del siglo XX, por lo que presentan patrones espaciales muy diferentes a los migrantes recientes. Se encuentran más próximos a la equidistribución (IS=0,22) y a la densidad uniforme en la ciudad (DEL=0,26) que cualquier otro grupo extranjero; y además, en contraste con ellos, se localizan predominantemente en el oeste de la CABA: una zona que desde sus inicios —cuando se fue suburbanizando el antiguo casco histórico hacia mediados del siglo XX— estuvo conformada por sectores medios (Pírez, 2009) y en la que, en la actualidad, pocos migrantes recientes tienden a asentarse.

Finalmente, los colombianos —que constituyen una presencia reciente en Buenos Aires, conformada en su mayoría por jóvenes motivados por razones educativas y profesionales, como la posibilidad de inserción en la educación superior (Hernández, 2010)— han tendido a distribuirse desigualmente en el espacio (IS=0,57), concentrándose en áreas específicas de la ciudad. Siguiendo un patrón de distribución similar a los brasileños y chilenos, los colombianos han tendido a localizarse en torno al Centro Administrativo y de Negocios (alcanzando el valor del ACE más alto entre los extranjeros: 0,53), y en la franja norte de la Ciudad, lo que habla de un interés por residir en zonas céntricas, bien conectadas, y de que cuentan con el poder adquisitivo necesario como para lograrlo.

La Figura 3 termina de completar el panorama de la distribución espacial de los principales colectivos extranjeros en la CABA, centrándose en los coreanos y chinos (los flujos de Asia predominantes), los estadounidenses y el resto de los extranjeros.

Los flujos provenientes de Corea y China son los grupos más desigualmente distribuidos y concentrados en el espacio, con valores de IS y DEL que se ubican entre 0,7 y 0,8. Estos números, sin embargo, resumen dos comportamientos muy diferentes. En el caso de los coreanos, las áreas donde tienen alto peso relativo tienden a estar agrupadas en el espacio (I=0,33): la cartografía muestra que en la mayor parte de la ciudad el porcentaje de coreanos es inferior a la media (entre 0 y 0,7%), y que en algunas pocas unidades espaciales —que conforman tres pequeños conglomerados, en áreas específicas de la CABA— se observa un porcentaje superior, que llega a un máximo de 17%. Estas unidades espaciales se localizan en torno al barrio de Flores —en su límite con Floresta, y en el área conocida tradicionalmente como el “Barrio Coreano” o Baek-ku, que creció durante el auge de la migración coreana en Buenos Aires, a comienzos de la década de 1990 (Mera, 2008)—, y en una parte del barrio de Balvanera, coincidentes con las actividades de producción textil. En el caso de los chinos, si bien se encuentran muy desigualmente distribuidos, las áreas de mayor presencia relativa se encuentran mucho más dispersas (I=0,17; el valor más bajo entre los extranjeros); y, si bien hay un porcentaje importante en el conocido como “Barrio Chino”, en el norte de la CABA (en el barrio de Belgrano), pueden identificarse unidades espaciales con presencia china por encima del promedio en diferentes puntos, dispersos por la ciudad.

Finalmente, en relación con el intercambio migratorio con los Estados Unidos, si bien la principal corriente es la de los argentinos que migran a tierras estadounidenses, en los últimos años se observa una contracorriente de población originaria de este país del norte en Argentina, que se encuentra integrada en su mayoría por personas de sectores medios y altos, jóvenes profesionales y estudiantes. En términos de distribución espacial, se observan pautas de localización similares a los colombianos, en tanto alcanzan valores relativamente altos en términos de distribución desigual y concentración (IS=0,54; DEL=0,63), así como también en la medida que las unidades espaciales con mayor peso de esta población se extienden por el Centro Administrativo y de Negocios, y en la franja norte de la ciudad: zonas cercanas (y con muy buena conexión) a los bienes y servicios urbanos socialmente valorados.

El resto de los extranjeros censados en la CABA, tomados en su conjunto —un heterogéneo grupo de personas de orígenes diversos, que en total representa el 9,4% de la población extranjera y el 1,2% de la población de la ciudad—, ha desarrollado un patrón de distribución espacial más igualitario (IS=0,35), pero que sigue una dinámica similar a este último colectivo: las unidades con mayor peso relativo se encuentran en el centro y norte de la ciudad.

Figura 1: Distribución espacial de los bolivianos, paraguayos, peruanos y uruguayos censados en viviendas particulares. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2010

Fuente: Elaboración sobre la base de INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Base de datos REDATAM

Figura 2: Distribución espacial de los chilenos, brasileños, españoles e italianos, y colombianos censados en viviendas particulares.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2010

Fuente: Elaboración sobre la base de INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Base de datos REDATAM

Figura 3: Distribución espacial de los coreanos, estadounidenses, chinos y el resto de los extranjeros censados en viviendas particulares.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2010

Fuente: Elaboración sobre la base de INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Base de datos REDATAM

Conclusiones

La distribución espacial de los individuos y grupos sociales —en este caso, que comparten la condición de haber nacido en un país extranjero— constituye un fenómeno complejo, cuyas formas y dinámicas manifiestan, como sostiene Bourdieu (1993), distancias y jerarquías sociales. En un territorio marcado por relaciones de poder, la conformación de localizaciones diferenciales es producto de relaciones, prácticas y conflictos que se entablan en el campo social. No se trata sólo de cuán desigualmente distribuidos o concentrados se encuentren los grupos en cuestión, sino también, fundamentalmente, de en qué lugares de la ciudad han logrado asentarse. En su especificidad, cada zona se encuentra cargada de sentidos no sólo disímiles, sino eminentemente desiguales: si algunos sitios consagran simbólicamente a sus habitantes, otros los estigmatizan, al brindar distintas posibilidades de accesibilidad (o exclusión) a los equipamientos y servicios urbanos.

Los extranjeros que residen en la Ciudad de Buenos Aires han desarrollado pautas de localización particulares en este sentido, cuyas formas manifiestan (y refuerzan) distancias y proximidades sociales. Algunos grupos —como los italianos y españoles, o los uruguayos— se encuentran relativamente equidistribuidos en la ciudad; en el primer caso, vinculado seguramente al carácter histórico de este flujo, cuyo asentamiento en la CABA fue acompañando el proceso de expansión urbana; y en el segundo caso, asociado tal vez con las características de esta población, muy cercana a la población nativa en su composición sociodemográfica y en los imaginarios sociales. Otros colectivos, por el contrario, se hallan distribuidos de manera desigual en el espacio —como es el caso de los coreanos, chinos, bolivianos, colombianos y estadounidenses—; pero su tendencia a concentrarse en algunas zonas (y no otras) de la ciudad adquiere formas muy diferentes, como se plasma en la cartografía que retrata su presencia en la CABA.

Por un lado, existen colectivos (como los colombianos y estadounidenses, y otros menos concentrados, pero que presentan patrones similares, como los brasileros y chilenos) cuya localización espacial coincide con las proximidades del Centro Administrativo y de Negocios o la franja costera en el norte de la ciudad; es decir, que tienden a residir en zonas céntricas, de alto poder adquisitivo y bien conectadas con los equipamientos y servicios urbanos más valiosos. Por otro lado, hay colectivos (como los paraguayos y, en particular, los bolivianos) cuya concentración tiene otras implicancias, en la medida que han tendido a localizarse en el sur de la ciudad, una zona caracterizada por déficits de servicios, infraestructura y peores condiciones de vida. En este sentido, el valor igualmente alto en los indicadores de distribución parece estar hablando de dinámicas muy diferentes: en el primer caso, de una localización estratégica respecto de las principales centralidades urbanas y de arterias que facilitan el acceso al resto de la ciudad —y de extranjeros con recursos como para acceder a estos emplazamientos—; y en el segundo caso de una localización vinculada con condiciones de acceso a la vivienda excluyentes para los grupos que ocupan posiciones sociales y simbólicas desventajosas, cuyas posibilidades de inserción urbana parecen estar circunscriptas a barrios y zonas ubicados a segura distancia de los equipamientos, servicios y agentes socialmente valorados. Finalmente, la población originaria de China y Corea agrega nuevas heterogeneidades a este complejo panorama socioespacial, en la medida que estos actores son protagonistas de patrones de distribución espacial muy desiguales —en tres áreas específicas los coreanos, y en puntos dispersos por la ciudad los chinos— pero que parecen responder a cuestiones socioculturales más que (o además de) socioeconómicas.

La pregunta por el espacio (por las diferencias y distancias espaciales) remite, en definitiva, a una pregunta por lo social (por las diferencias y distancias sociales), pues lo que se plasma en el territorio es producto de relaciones y prácticas sociales que lo trascienden. Se trata de una cuestión sumamente compleja, que el presente artículo apenas comenzó a vislumbrar. Qué factores concretos se han articulado para generar estos procesos, así como qué efectos de lugar generan estas localizaciones para los actores que las protagonizan, constituyen preguntas abiertas de cara a estudios futuros.

Notas

1 Hacia 1880, el latifundio estaba consolidado en casi la totalidad del país.

2 Corresponde a los “radios censales”, las unidades espaciales más pequeñas para las que se publica información censal

3 En el Censo 2010 se aplicaron técnicas de muestreo para relevar los datos en las ciudades de 50.000 habitantes o más, con el fin de simplificar el operativo censal, reducir costos y acelerar la obtención de resultados. En estas áreas, se utilizaron dos tipos de cuestionarios: un cuestionario básico, que contiene una cantidad reducida de preguntas, y un cuestionario ampliado, que incluye la totalidad de las variables relevadas y se aplicó sólo a una muestra de la población. Como consecuencia del diseño muestral implementado, estos datos no están disponibles para unidades espaciales pequeñas como las que se utilizan en este artículo.

4 Existen versiones corregidas de este índice que se desestimó incluir debido a que arrojaron resultados similares que no adicionaban información.

5 Remite al distrito central de la CABA, tal como se registra en Ciccolella (2009), considerando su expansión tras la década de 1990 hacia el norte, este y sur, que fue abarcando el área de Puerto Madero, parte de San Telmo y comenzó a avanzar hacia la zona de Retiro.

6 Las fórmulas, ventajas y limitaciones de los indicadores utilizados pueden consultarse en Marcos y Mera (2012). El Índice de Segregación, el Índice Delta y el Índice de Centralidad Absoluta fueron calculados con el software GeoSegregation Analyzer (Apparicio et.al., 2014), mientras que el Índice de Morán se obtuvo con ArcGis 10 (ESRI).

7 Esta cuestión se vincula con la instalación imaginaria de la Argentina como enclave europeo en el sur de América Latina, que fue de la mano de un proceso de descalificación y rechazo hacia toda la población que llevase las marcas del mestizaje latinoamericano. Este imaginario xenófobo, en el que se cruza la condición étnico-nacional con una posición desventajosa en la estructura de clases, como señala Margulis (1998), se relaciona con el proceso histórico de constitución de las diferenciaciones, que se organizó, desde los inicios de la sociedad colonial, sobre bases raciales.

Bibliografía

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Recepción: 13 de marzo de 2015
Aceptación: 24 de abril de 2015
Publicado:10 de julio de 2015

 

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