Geograficando, vol. 19, nº 2, e134, noviembre 2023 - abril 2024. ISSN 2346-898X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Geografía

Artículos

Un acercamiento poético al universo geográfico de Atahualpa Yupanqui: taller de poesía para alumnos y alumnas de la escuela Luciano Argüello de Cerro Colorado (Córdoba, Argentina)

Agustín Arosteguy

Instituto de Geografía Romualdo Ardissone, Universidad de Buenos Aires, Argentina
Cita recomendada: Arosteguy, A. (2023). Un acercamiento poético al universo geográfico de Atahualpa Yupanqui: taller de poesía para alumnos y alumnas de la escuela Luciano Argüello de Cerro Colorado (Córdoba, Argentina). Geograficando, 19(2), e134. https://doi.org/10.24215/2346898Xe134

Resumen: El presente trabajo es el resultado del taller de poesía “Infinito Particular: una aproximación poética al universo geográfico de Atahualpa Yupanqui”, brindado de manera remota a los alumnos y alumnas de la Escuela Luciano Argüello de la localidad de Cerro Colorado, de la provincia de Córdoba, Argentina. Inicialmente este taller iba a ser dado de manera presencial, hecho que tuvo que ser alterado por la situación sanitaria mundial que estamos atravesando. Este cambio trajo aparejado varias adaptaciones, sobre todo en la cuestión metodológica. Por este motivo tuve que grabar dos videos para presentarme y para describir la propuesta del taller y sus actividades. El objetivo del taller fue estimular en los alumnos y alumnas la lectura de poemas de Yupanqui, conocer su biografía y su obra, con el fin de comprender la manera en la cual el cantautor se inspiraba en los paisajes y en la naturaleza para componer sus poemas. Los resultados muestran que no solo la obra de Yupanqui es conocida sino también que está bien presente en el cotidiano. Esto se vio reflejado en las propuestas de escritura y dibujo que realizaron como también en la proposición de una categoría que no había sido pensada: colajes.

Palabras clave: Poesía geográfica, Dibujo geográfico, Atahualpa Yupanqui, Cerro Colorado, Psicogeografía.

A poetic approach to the geographical universe of Atahualpa Yupanqui: poetry workshop for students of the Luciano Argüello school in Cerro Colorado (Córdoba, Argentina)

Abstract: This article is the result of the poetry workshop "Infinito Particular: una aproximación poética al universo geográfico de Atahualpa Yupanqui" (Particular Infinite: a poetic approach to Atahualpa Yupanqui’s geographical universe), taught remotely to students in the Luciano Argüello School in the town of Cerro Colorado, Province of Córdoba, Argentina. This workshop was initially planned as an in-person activity, later changed in view of the global health situation. This change brought with it several adaptations, especially in the methodological area. For this reason, two videos were recorded to introduce the author as the teacher and to describe the workshop proposal and its activities. The aim of the workshop was to stimulate students to read Yupanqui's poems, learn about his biography and his work, in order to understand how the singer-songwriter was inspired by landscapes and nature to compose his poems. Results show that not only Yupanqui's work is well known but also that it is present in everyday life. This was reflected in the writing and drawing proposals made in the workshop as well as in the construction of a previously unplanned category: collages.

Keywords: Geographic poetry, Geographic drawing, Atahualpa Yupanqui, Cerro Colorado, Psychogeography.

Introducción

A linguagem do geógrafo se torna
sem esforço aquela do poeta (...).
O rigor da ciência nada perde ao confiar
sua mensagem a um observador que sabe
admirar, escolher a imagem justa, luminosa (...).

Eric Dardel, O Homem e a Terra, 2011 [1952]

El presente trabajo se enmarca dentro de una investigación que vengo desarrollando desde 2018, a partir del proyecto “Los imaginarios geográficos presentes en las canciones de Atahualpa Yupanqui”.12 Fue así que en julio de 2018 tuve la oportunidad de visitar y realizar un estudio de campo en la localidad de Cerro Colorado, ciudad ubicada a 160 kilómetros al norte de la capital cordobesa, lugar en el que está emplazada la casa donde Atahualpa Yupanqui eligió vivir y en donde se encuentran enterradas sus cenizas. Al saber de la existencia de la única escuela en esta ciudad de 300 habitantes, me surgió la curiosidad por averiguar qué idea tendrían y qué relación mantendrían los alumnos y alumnas con la figura y el legado físico y simbólico que el cantautor folclórico argentino imprimió en dicha localidad. Y en especial, tenía interés en conocer cómo se vinculaban con ese paisaje cordobés que Yupanqui hizo tan famoso.

La justificación de este taller fue la de observar cuál era el contacto que los chicos y chicas de seis a once años de edad, pertenecientes a la escuela primaria Luciano Argüello, poseían de Atahualpa Yupanqui y su poesía. A su vez, también se quiso experimentar ‒a partir de la obra poética de Yupanqui y de la observación psicogeográfica3 del espacio específico de Cerro Colorado‒ con producciones de poemas y dibujos que tuviesen a la naturaleza y sus paisajes como disparadores creativos. El fundamento para esta justificación se basó en el entendimiento de que los poemas son parte esencial de las canciones (las letras son poemas musicados) y paradójicamente, a pesar de esto, “las antologías de literatura argentina no registran su nombre ni su obra, porque hasta ahora se lo ha considerado un artista de la canción y de la música más que un poeta” (Abdala, 2016, p. 13).

El objetivo del taller fue estimular en los alumnos y alumnas el análisis del paisaje cotidiano de su localidad a través de la escritura poética y el dibujo. Como disparadores para este ejercicio fueron elegidos algunos poemas de Atahualpa Yupanqui y se dieron a conocer aspectos de su biografía y su obra con el fin de ejemplificar la manera en la cual el cantautor se conectaba con los paisajes y la naturaleza para componer sus poemas. De esta manera, se buscó incentivar no solo la lectura sino también la escritura y el dibujo. Es decir, se pretendió incentivar la escritura poética y el dibujo desde la propia experiencia de los alumnos y alumnas con el mismo paisaje que tanto marcó a Yupanqui y sobre el cual forjó su impronta artística. Como material de lectura, se seleccionaron poemas de los siguientes libros: Piedra Sola (1941), Aires Indios (1947), Guitarra (1954), El canto del viento (1965) y La capataza (1992), que tuviesen una relación directa con el espacio geográfico en general y con el del norte cordobés en particular.

La metodología empleada consistió, por un lado, en la presentación de la figura de Atahualpa Yupanqui como poeta y no solo como cantautor (que es su faceta más conocida) y en la lectura de algunos poemas, previamente elegidos, que tuviesen que ver con la localidad de Cerro Colorado y sus alrededores. Por el otro, se propuso una actividad psicogeográfica en la que se pidió a los alumnos y alumnas elegir un elemento de la naturaleza que más los atrajese y luego, a partir de los ejemplos brindados de los poemas de Yupanqui, crear su propio poema o dibujo.

Como resultado de este taller obtuve un material muy rico que distribuí en cuatro categorías: a. Dibujos; b. Dibujos y poemas; c. Poemas; d. Colajes. Cabe mencionar que los alumnos y alumnas motivados por el taller desarrollaron por su cuenta algo que no estaba previsto ni les fue solicitado: afiches sobre la biografía de Atahualpa y también afiches sobre el taller y de bienvenida.

Metodología

Al convertirse en un taller online, la metodología se basó en videos grabados que presentaban la figura de Atahualpa Yupanqui, las características generales de su poesía y la relación que estableció con el espacio geográfico de Cerro Colorado. Estos videos fueron proyectados en una pantalla grande para todos los alumnas y alumnos (Figura 1). A su vez, con la articulación de la directora de la escuela, Carolina Yabbur, se profundizó en algunos aspectos de la relación del poeta con la geografía de dicha localidad, surgidos de las preguntas y dudas que los alumnos y alumnas manifestaron.

A partir de una selección de poemas, realizada por mí, de los libros mencionados en la introducción, se confeccionaron ejercicios estructurados en dos etapas que comprendían dos actividades cada una:

Primera etapa: Conociendo la obra poética de Atahualpa Yupanqui.

Actividad 1. Lectura de poemas y conversación sobre los elementos de la naturaleza que aparecen.

Actividad 2. Propuesta de observación psicogeográfica: cada alumno/a fue estimulado/a a observar su entorno en el camino de la casa a la escuela. En este recorrido eligió un elemento de la naturaleza que más le llamó la atención o más le despertó la curiosidad. Podía ser cualquier elemento: planta, animal, piedra, pasto, árbol, etc.

Figura 1
Imagen de la proyección de los videos en la Escuela Luciano Argüello
Imagen de la proyección
de los videos en la Escuela Luciano Argüello
Fuente: Fotos de Carolina Yabbur (2021)

Segunda etapa: Creación del poema: a partir de ejemplos de poemas de Atahualpa Yupanqui explicar cómo él utilizó diferentes elementos para escribir su poesía.

Actividad 1. Cada alumno/a contó cuál elemento eligió y por qué.

Actividad 2. Inspirados en los poemas de Yupanqui cada alumno y alumna, a partir del elemento de la naturaleza elegido, escribió un poema y/o realizó un dibujo.

Referencial teórico

El principal referente teórico para este trabajo fue el artículo intitulado “Território, Poesia e Identidade” que el geógrafo brasileño Rogério Haesbaert presentó en noviembre de 1995 en el I Seminario Geografía y Arte promovido por la Asociación de Geógrafos Brasileños. En este texto Haesbaert (1997) combina su costado poético con su pasión por la geografía. De esta manera, aborda la cuestión de la poesía (existente en las músicas gaúchas y poemas bahianos) y de la identidad con relación a las características territoriales. Establece así la dimensión simbólica del territorio definiéndola como aquella a través de la cual las personas imprimen su subjetividad haciendo que se identifiquen más con unos territorios que con otros.

En un segundo lugar, se tomó como referente teórico el trabajo de Eliana Abdala (2016) que define que la poesía de Yupanqui es “una reflexión acerca del ser humano y su destino sobre la tierra entendiéndolo como parte de la creación total y por eso incluye la naturaleza” (p. 15). En esta reflexión ontológica sobresale la utilización de lo simbólico como punta de lanza a partir de la cual abordar la poética yupanquiana. A este respecto Abdala nos advierte que “Si bien todos los elementos se constituyen en símbolos, tres se reiteran y conforman ejes temáticos que pueden rastrearse a lo largo de toda la obra: el camino, el silencio y la guitarra” (Idem). El mecanismo del símbolo funciona conectando dos elementos para insinuar a un tercero, es decir, “alude a la unidad y al re-conocimiento de algo espiritual desde algo material”. Se unen “dos cosas conocidas, identificables y una tercera misteriosa” (Ibídem, p. 103).

Y, en un tercer lugar, se puede decir que Atahualpa Yupanqui hizo uso de la agudeza de sus sentidos para capturar lo que provenía del territorio y a partir de ahí, establecer un diálogo profundo con los paisajes circundantes. Es decir, como todo artista que busca percibir lo que está contenido en los espacios geográficos, sean urbanos o rurales, en los cuales está inmerso, Yupanqui, a través de su poesía (y también de sus composiciones musicales), procuraba descifrar y (re)interpretar los paisajes con el propósito de conectarse y/o mimetizarse con ellos (Arosteguy, 2020). En este sentido, los paisajes para Yupanqui poseían aspectos metafísicos a partir de los cuales conseguía recibir la energía cósmica (Valladares, 2000) necesaria para continuar su camino. Así, en una conversación con Roberto Chavero, me contó que su padre buscaba mediante la sensibilidad transformar los territorios en paisajes y de esta manera conectarse para lograr superar las adversidades internas que lo atribulaban. De esta forma, su hijo explica que:

Para que ese territorio se convierta en paisaje se debe establecer un vínculo que pasa por la sensibilidad, una comunicación, un ida y vuelta, un diálogo entre ustedes y la naturaleza, entonces ahí se convierte en paisaje. Y ahí ustedes comienzan a adquirir una identidad sólida, verdadera […] Es decir, habrá un río, una piedra, un árbol, una montaña, un rincón de la salina, un yuyo, algo con el que cada uno establecerá un vínculo con ese paisaje y podrá dialogar con ese paisaje. Y ese paisaje ya te ayuda a vos a comprenderte, a pararte, a superar tus limitaciones, tus dolores o lo que sea, y esto es lo que hacía mi padre obviamente con cualquier paisaje (Cuadernos de campo, 5 de julio 2018).

En este mecanismo psicogeográfico (Yupanqui, 2008), por llamarlo de alguna manera, que Yupanqui utilizaba para transformar los territorios en paisajes, radica toda la magia artística yupanquiana. Esta forma en la cual él se aproximaba y conectaba con los territorios era algo quizás inconsciente o intuitivo, algo que ya traía incorporado, era una forma de empatía tan profunda mediante la cual conseguía extraer elementos a partir de los cuales elaborar poemas, canciones, pensamientos, reflexiones que no hacían más que vincularlo de una manera estrecha e íntima con los espacios geográficos. Era como si mediante este mecanismo la geografía dejaba huellas indelebles en su cuerpo, alma, piel o, en palabras del mismo Yupanqui, “vale decir que me anda persiguiendo el paisaje de América para dejarme un signo en la cara o en el alma” (2008, p. 279). De este modo, lograba conectarse en un plano emocional y sensitivo con los diversos elementos de la naturaleza (piedras, vientos, luna, ríos, yuyos, nubes) y conseguía extraerles y/o proyectarles sentimientos que transformaba en poemas, melodías y/o en canciones.

Universo geográfico de Atahualpa Yupanqui

En su libro de memorias ‘Este largo camino’ (2008) compilado y rescatado por Víctor Pintos, Yupanqui cuenta que siempre que tenía la oportunidad, no se perdía por nada las clases que el intelectual santiagueño, Ricardo Rojas, impartía. Ya en estas clases datadas en los años 1925, 1928, 1930 y 1932, Rojas discurría “sobre la praxis de folklore, sobre la filosofía de folklore, sobre esa materia tan hermosa y difícil que es la psicografía, la psiquis del paisaje la llamaba él en sus ejemplares clases de aquellos años…” (Yupanqui, 2008, p. 226). Este pasaje sirve como antecedente de valor sobre la cuestión de la psicogeografía. Resulta interesante comprobar que Rojas ya hablaba de la psiquis del paisaje o psicogeografía por lo menos 35 años antes que el grupo Internacional Situacionista y su abordaje del espacio a partir de la deriva.

Fue esta psiquis del paisaje la que Yupanqui convirtió en su razón artística y existencial. Destinó su vida a procurar rastrear estos rasgos, trazos, huellas en todos los paisajes y países por los cuales pasaba. Fue así que se convirtió en un perspicaz observador, en un agudo escuchador y en un sensible captador de todos los elementos y componentes que tanto las personas como los lugares podían llegar a transmitirle. En este sentido, hizo de los elementos de la naturaleza (piedras, ríos, árboles, etc) sus interlocutores y de los individuos/personajes, que por algún aspecto de su personalidad le llamaban la atención, esos hombre-tierra, como él los denominaba (Yupanqui, 2008), o esos hombre-paisaje, como prefiere llamarlos su hijo Roberto:

[…] buscaba lo que él llamaba los “hombre-paisaje”. Es decir, los hombres que mejor traducían el lugar donde estaban, a través de su trabajo, de sus reflexiones, de sus palabras o de sus silencios. Entonces, esos hombres (en el sentido genérico de ser humano, agregado mío) eran los mejores traductores de ese espacio, de ese lugar. Y él los buscaba, buscaba el contacto con ellos porque era su forma de meterse en el paisaje también, de comprenderlo más, meterse en las historias, en las leyendas, en los mitos… o sea, de conocer cabalmente el lugar (Cuadernos de campo, 5 de julio 2018).

A partir de estos recursos, Yupanqui conseguía abordar el paisaje y se adentraba en sus misterios. No solo lo hacía leyendo, conversando, escribiendo, sino que también y, sobre todo, lo hacía recorriendo y escudriñando el territorio, como el caso del nordeste argentino que llega a conocer en profundidad. Así en una entrevista que el historiador Félix Luna le hiciera en 1965, Yupanqui declara:

Yo aspiraba a traducir las cosas del paisanaje del sur y del norte, los sentires del hombre campero, como si fuera él quien me los dictara […] Separar al hombre de todo lo que no fuera su paisaje. Seguir, en suma, el buen consejo de Ricardo Rojas: “Que sea verdad el canto que nos conmueva, siempre que antes haya emocionado a los hacheros, a los humildes hijos de la tierra” (Luna, 1965, p. 177).

En el libro ‘El canto del viento’ (1965), la breve introducción que antecede al primer poema lleva el mismo nombre que el libro, y ya en la primera frase aparecen nombrados los tres tipos de paisajes: “Corre sobre las llanuras, selvas y montañas, un infinito Viento generoso” (p. 7). Pero es en el poema ‘El tiempo del hombre’ “donde se instala la tríada de ‘la pampa, la selva y la montaña’” (Orquera, 2019, p. 132). Destaco los versos cuarto y sexto donde quedan expresados, por un lado, su universo geográfico y, por el otro, algunos elementos cruciales en su poética: el río, el silencio, la estrella, el cosmos.

Entonces vine a América para nacer en hombre.
Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.

Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el río, y el silencio y la estrella.
Y florezco en guitarras porque fui la madera. (resaltado mío)

A continuación, presento de manera sucinta estos tres paisajes y la relación que Yupanqui tuvo con ellos.

La Pampa: la cuna

De la Pampa, Atahualpa Yupanqui ya estaba imbuido. Había nacido en ella y fue en ella que conoció al gaucho, se sumergió en la lectura de poesía e inició sus clases de guitarra recorriendo diariamente muchos kilómetros de esta región caracterizada por sus llanuras y extensos horizontes. Tan amplios eran sus horizontes que un paisano una vez llegó a definirla “como un cielo al revés”. La palabra pampano proviene del Quecha y significa ‘llanura’, en particular la llanura que está entre las montañas. Fueron los españoles los que, en el siglo XVI bajando desde la región andina, más precisamente por la quebrada de Humahuaca desde Potosí, se refirieron como las pampas a esas enormes llanuras sin bosques importantes.

Este paisaje, en palabras de Yupanqui, fue todo su universo, fue esa llanura, donde la espuela y el relincho dejaron de ser ruido para convertirse en música (Yupanqui, 2008). Es de 1976 este poema que se llama justamente ‘Elogio de la pampa’ (https://www.youtube.com/watch?v=5ATXGZM36nI), donde el poeta resume su belleza trágica y su naturaleza incontenible.

La Selva: los misterios

Para Yupanqui este paisaje estaba representado por la selva santiagueña y su Cerro Colorado, que él concebía también como selvático. La primera de ellas es una clara referencia a Ricardo Rojas y a su libro “El país de la selva” (1907), donde cuenta en forma de fábulas los mitos, leyendas e historias variopintas que le otorgan a este paisaje un halo de misterios y secretos ancestrales. En la ‘Advertencia preliminar’, Rojas aclara que llama de esa forma a la porción de tierra “que se extiende desde la cuenca de los grandes ríos hasta las primeras ondulaciones de la montaña. Dicha región abarca en la actualidad varias provincias, pero constituyó una sola en tiempos del virreinato español” (1956, p. 13). Esa provincia argentina, Santiago del Estero, poseía para Yupanqui una importancia especial. Su padre, José Demetrio Chavero, era oriundo de Monte Redondo, localidad ubicada a 90 kilómetros al sur de la capital provincial.

Esos misterios y secretos que la selva guardaba fueron para Yupanqui motivo de inspiración y nostalgia. El poema ‘Y cantaban las piedras en el río’ (1965) (https://www.facebook.com/AtahualpaYupanquiOficial/videos/272512830605874/), dedicado a Cerro Colorado, es una muestra indudable de ello.

La Montaña: la soledad

La soledad pertenece a las montañas del norte argentino, en especial a los Valles Calchaquíes y la precordillera andina que es habitada por los hombres de la tierra “el pelador de caña de azúcar, el sufrido domador de los surcos, el mestizo, o indio, o criollo que se pone el sol al hombro en las mañanas y se mete en el infierno verde de su machete, su destino y su silencio” (Yupanqui, 2008, pp. 65-66). Es así que el habitante de las montañas se acostumbra a estar solo. Según Yupanqui “la soledad es la gran emparejadora, es como un cedazo, el grano grueso queda arriba, solo el fino va abajo, y ese es el que vale”.

Es este estado de soledad el que permite sacar lo mejor de sí, es de esta manera que el ser humano consigue sopesar y sobreponerse a los embates de la vida, ayuda a mejorar el espíritu y a escuchar su interior. La Milonga del solitario (https://www.youtube.com/watch?v=noPUoRgGy0E) termina con un verso que demuestra que también la soledad de las montañas puede ser de gran inspiración.

Toda la noche he cantado
con el alma estremecida,
que el canto es la abierta herida
de un sentimiento sagrado,
a naides tengo a mi lado
porque no busco piedad,
desprecio la caridad
por la vergüenza que encierra;
soy como el león de las sierras,
vivo y muero en soledad (resaltado mío).

De algún modo, Cerro Colorado funcionó para Yupanqui como la condensación de esos tres paisajes. Aunque lo que menos tenía era llanura, lo compensaba con la selva y los cerros. Tal y como él mismo sentencia, Cerro Colorado “es mi paisaje: la piedra, el árbol, el río, una atmósfera clara, algún cóndor a veces y la soledad, lejos de todo centro. Este es mi refugio desde hace muchos años” (Montes-Baquer, 1985).

Resultados y discusión

Como he mencionado en la introducción, el taller duró una semana, comenzó un viernes y terminó siete días después. El resultado superó con creces lo esperado y resultó una grata sorpresa saber que la propuesta tuvo tan buena acogida por parte de los 25 alumnos y alumnas4 participantes. La decisión de escribir o dibujar fue dejada a elección de cada alumna o alumno. Para mi sorpresa hubo quienes eligieron hacer los dos, es decir, dibujar y escribir un poema, y fue más sorprendente aún recibir colajes que ni siquiera fueron pensados como propuesta del taller. Por lo cual, los resultados se dividen en cuatro categorías: a. Dibujos. b. Dibujos y poemas. c. Poemas. d. Colajes. Algo que también surgió por espontaneidad de los alumnas y alumnos fue realizar un afiche con la biografía de Atahualpa Yupanqui (Figura 2), un afiche con el nombre del taller (Figura 3) y un tercero dando la bienvenida a la escuela con una foto de Yupanqui (Figura 4). Esto se explica por el interés que les despertó el cantautor ya que aún hoy, después de 31 años de su muerte, su legado sigue muy vivo en Cerro Colorado.

Figura 2
Afiche de la biografía de Atahualpa Yupanqui realizada por los alumnos y alumnas
Afiche de la biografía de Atahualpa
Yupanqui realizada por los alumnos y alumnas
Fuente: Foto de Carolina Yabbur (2021)

Figura 3
Afiche con el nombre del taller realizado por los alumnos y alumnas
 Afiche con el nombre del taller realizado
por los alumnos y alumnas
Fuente: Foto de Carolina Yabbur (2021)

Figura 4
Biografía de Atahualpa Yupanqui realizada por los alumnos y alumnas
 Biografía de Atahualpa Yupanqui realizada
por los alumnos y alumnas
Fuente: Foto de Carolina Yabbur (2021)

A partir de esta categorización efectuada por los alumnos y alumnas (dibujos, dibujos y poemas, poemas, colajes) se realizó el cruce con los referentes teóricos provenientes de Haesbaert (1997) y Abdala (2016) para identificar qué aspectos de la identidad de Cerro Colorado y símbolos poéticos más aparecieron en los trabajos de los alumnos y alumnas de la escuela Luciano Argüello. Si bien no se muestran todos los trabajos que los alumnos y alumnas realizaron, cabe mencionar que en total hicieron cuatro dibujos, veintiún dibujos y poemas, en donde uno además tenía una foto, dos poemas y dos colajes. Esto da un total de veintinueve trabajos. A continuación, se presentan ejemplos de tres categorías, porque los dos poemas escritos están en un afiche que contiene otros trabajos.

a. Dibujos
a. Dibujos
Autor: Lucas Olmedo. Fuente: Carolina Yabbur (CY) (2021) | Autor: Jonas Vega Martínez. Fuente: CY (2021)

b. Dibujos y poemas
b. Dibujos y poemas
Autora: Sofía Luna. Fuente: CY (2021) | Autora: Francesca Arganãraz Martínez. Fuente: CY (2021)

c. Poemas
c. Poemas
Autor: Iker Visich. Fuente: CY (2021) | Autora: Tatiana y Milena Gutiérrez. Fuente: CY (2021)

d. Colajes
d. Colajes
Autor: Demetrio Chavero. Fuente CY (2021) | Autora: Abigail Milena Gutiérrez. Fuente: CY (2021)

Es posible observar que hay una predominancia de árboles, cerros, piedras, lunas, ríos, y la guitarra como extensión simbólica de los árboles y de los cantos de los pájaros.

Consideraciones finales

Partiendo del entendimiento de que la identidad de un territorio (Haesbaert, 1999, 1997) se construye de forma dialéctica entre el ser humano y el espacio geográfico, y que los espacios despiertan diferentes tipos de reacciones en las personas (Tuan, 2012, 2006), se cree posible hablar de que las geografías contienen en sí mismas particularidades que pueden ser expresadas a través de sonidos, ruidos, tonalidades, acústicas, imágenes, notas (Dozena, 2019) o como sucedió en este trabajo, mediante poemas, dibujos y colajes. A partir de un ejercicio psicogeográfico planteado a los alumnos y alumnas de la Escuela Luciano Argüello, se buscó que ellos/as explorasen, experimentasen su espacio cotidiano buscando algún elemento con el cual se sintiesen, de alguna manera, identificados/as. Lo que se buscaba con este taller era que de cierta forma pudiesen descifrar ese paisaje conocido, que lo interpelasen poéticamente siguiendo el método que utilizó Yupanqui. De esta manera, dichas grafías que el espacio posee, al ser abordadas e interpretadas por el ser humano, se tornan, indefectiblemente, obras de arte que por definición son subjetivas y a su vez, poseen el potencial de convertirse también en colectivas. Claro que la intención de esta experiencia tallerística no era pretender que los alumnos y alumnas hiciesen obras de arte, sino familiarizarse con el mecanismo a través del cual Yupanqui creaba sus poemas y que comprendiesen que fue así que este poeta inconmensurable se inspiró con los elementos de la misma localidad en la cual todos ellos y todas ellas transitan, recorren, juegan, habitan en su vida diaria. El deseo último de hacer este taller fue comunicarles una manera de las tantas que existen de hacer arte y que cualquier espacio geográfico puede ser una inmensa inspiración sin importar si es una gran ciudad, un lugar con muchos puentes o si es una localidad alejada de los grandes centros urbanos. Lo que realmente importa es sentirse conectado con el paisaje, sentir cómo lo sintió Yupanqui para quien Cerro Colorado superó “en belleza y en misterio mis condiciones de músico o compositor (o poeta, agregado mío) este lugar de chañares, de garabatos, de viejos algarrobos, de quebrachos blancos, de quebrachos colorados” (Yupanqui, 1985) y que al arte radica en la capacidad de captar todo que lo está a la espera de ser escuchado, sentido, (ad)mirado por y con los sentidos.

En esta propuesta de experimentar el territorio y convertirlo en obra de arte poética o dibujística, fue la puerta de entrada que encontré para acercarles a estos/as habitantes de Cerro Colorado la obra poética yupanquiana. Sin lugar a dudas, puedo decir que cada alumno y alumna expresó a su manera el espacio y se identificó con algún aspecto de la poesía de Yupanqui. Esto me lleva a pensar que el arte, en este caso la poesía, el dibujo y el colaje, funcionaron como maneras de apropiarse del territorio, de sentirlo suyo, de sentirse reflejado/a, de imprimirle su impronta por lo menos por el tiempo que duró este taller. En este sentido, los trabajos realizados por los alumnos y alumnas demuestran una utilización de símbolos quizás bajo el influjo poético de Yupanqui, tal vez buscando la mímesis o de manera inconsciente. Sea como fuere los símbolos que aparecen en los trabajos se pueden resumir en: el árbol, la guitarra, el cerro, la piedra, la casa, el sol, el puma, la cruz, el río y la luna. Resulta interesante señalar que, además de los mencionados por Eliana Abdala, se hicieron presentes: el sol, la luna, el puma, la casa y el cerro.

Según Rogério Haesbaert (1997) hablar sobre poesía e identidad en relación al territorio es hablar de un territorio donde prima la sensibilidad y lo simbólico. Siguiendo con este pensamiento los alumnos y alumnas de la Escuela Luciano Argüello efectuaron el camino inverso que según Roberto Chavero su padre hacía al explorar con los sentidos un espacio: en lugar de transformar territorios en paisajes, convirtieron paisajes en territorios, territorios poéticos, territorios dibujados, plásticos, creativos, sensibles, delicados y sobre todas las cosas, con identidades subjetivas. En este proceso aparece el símbolo, lo simbólico, que tanto Abdala como Haesbaert mencionan, aunque en sentidos diferentes. Mientras la primera coloca el símbolo como artefacto retórico que puede cambiar la realidad concreta en una realidad subjetiva propia y/o inventada; el segundo, toma lo simbólico como mecanismo capaz de transformar la dimensión física de un territorio en algo que está más allá de la realidad objetiva, o sea, aparece la dimensión sensible y simbólica de los territorios. Y es justamente aquí que los trabajos de estos alumnos y alumnas actuaron: en la resignificación de un espacio a través del arte dando lugar a lo que Bernard Poche (1983) denomina como “espacios de referencia identitaria”. A este respecto, Haesbaert manifiesta que es así que se “forman o se forjan identidades locales, regionales, nacionales, etc. fortalecidas no apenas por los territorios ‘de naturalidad’, en su sentido concreto, sino también por territorios simbólicos” (1997, p. 25). Y puedo concluir que los resultados de este taller fueron una muestra cabal de eso.

Referencias

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Yupanqui, A. (2012) [1947]. Aires Indios. San Luis: Nueva Editorial Universitaria.

Yupanqui, A. (2009) [1954]. Guitarra. San Luis: Nueva Editorial Universitaria.

Yupanqui, A. (2009) [1941]. Piedra Sola. San Luis: Nueva Editorial Universitaria.

Yupanqui, A. (2008). Este largo camino: memorias. Buenos Aires: Cántaro.

Yupanqui, A. Lindo cerro colorado 1ª parte. (1985). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=OV1-sTrvCXo&t=65s. Acceso en: 20 oct. 2021.

Notas

1 El presente trabajo fue resultado de un proyecto de investigación (Subsidio para investigación de la Fundación Cultural Latin Grammy) y el taller fue realizado gracias al apoyo recibido de la Beca Formadores otorgada por el Fondo Nacional de las Artes (Argentina).
2 Una primera versión de este trabajo fue publicada en diciembre 2021 en los Anales del XIV Encontro Nacional de Pós-Graduação e Pesquisa em Geografia.
3 Concepto acuñado por el movimiento político y artístico surgido en 1957 en Italia, la psicogeografía se refiere al “estudio de los efectos precisos que el ambiente geográfico, conscientemente ordenado o no, ejerce directamente sobre el comportamiento afectivo de los individuos” (Internacional Situacionista, 2001, p. 13).
4 Los alumnos y alumnas que participaron fueron: Francesca Argañaraz Martínez, Milena Barrios Gutiérrez, Fernanda Beas Gómez, Florencia Beas Gómez, Romeo Beas Gómez, Luna Cena, Demetrio Chavero, Lucrecia Farias Bolton, Santiago Guallanez, Lisandro Gorosito, Milena Abigail Gutiérrez, Tatiana Gutiérrez, Tobías Halasa, Sofía Luna, Juliana Mansilla, Lucas Olmedo Ibarra, Alma Orellano, Nahuel Ramírez, Jade Reynoso Paredes Vega, José Rojas, Felipe Toledo, Jesús Toledo, Jonas Vega Martínez, Santino Ontiveros e Iker Visich.

Recepción: 14 Junio 2023

Aprobación: 31 Julio 2023

Publicación: 01 Noviembre 2023

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